No me preguntes lo que no estás dispuesto a escuchar. No seas ingenuo, cursi y desesperado. No existo para levantarte el ego cada vez que intentas hacerme y hacerte daño: tu vana estrategia para hacerte presente. Pero como aquel poema de Quirarte en homenaje a Casablanca: "Y dice así, miss Ilsa. El Ángel nos asista cuando las notas inunden el café y el huracán despierte".
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